Pintando las trincheras.

"Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra". José Martí

sábado, 14 de diciembre de 2013

Ultima entrada desde maestros de trincheras

Se acabó.
Este es un blog que he querido mucho y que tuvo mucha participación de amigos y desconocidos.
Nos hemos comunicado. He despotricado contra el gobierno de Macri pero también conté lo que hablé con el mar cuando fui a la playa. He combatido y he relatado, recibí caricias y palos por lo escrito.
Me tomó diez meses saber que ya no estoy en las trincheras de la docencia. Que es el motivo de la existencia de este blog. Tuvo que pasar casi todo mi primer año de jubilado para saber que ya no soy maestro. Ya se eso de que uno nunca deja de ser maestro en su interior como aquello de que todos tenemos un niño en un rincón del corazón. Pero son solo expresiones de deseo. Las cosas empiezan y terminan. Y está bueno. Porque cuando termina algo  suele empezar otra cosa. Y mi vida de maestro terminó hace diez meses. Y en la querida escuela 19 a la que extrañé (salvo cuando eran las ocho y media de la mañana y seguía remoloneando en la cama ).
Ahora quiero darle más espacio al escritor y al narrador y sobre todo al lector. Borges decía que no se enorgullecía de los libros que había escrito pero sí de los que había leído. Yo me enorgullezco de las dos cosas. Y se que tengo tanto para leer. Para escribir. Para narrar. Por eso los invito a seguir el blog www.cuentaescribecuentos.blogspot.com
Este que hoy cierro  quedará colgando en internet para el que lo quiera leer pero ya no tendrá más entradas.
Quizás alguna vez pueda ser la base de algún libro, quién sabe. Maestros de Trinchera es un buen título.
Gracias por todo lo que compartimos desde estas trincheras. Y a los que siguen dentro de ellas, a continuar  el combate, que vale la alegría.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Me olvidé algo en Julián Alvarez

Hace tres meses me mudé a un barrio donde, los primeros días, sentí que había dejado olvidado algo en mi casa anterior. No sabía que era, pero revolvía los paquetes y los bolsos. No sabía que buscaba pero tenía la certeza que algo había dejado en el departamento de Julián Alvarez y Gascón.
Era imposible, porque había recorrido el lugar minuciosamente al entregarlo al propietario.
De todas maneras, pasaban los días y la certeza era cada vez más grande. Algo había quedado en Palermo.
Como ocurre en estos casos cuando dejé de buscar descubrí lo que faltaba.
Una mañana, una fresca y agradable mañana de septiembre, al despertarme y disfrutando un rato más del mediosueño que antecede al momento de levantarse, no escuché lo que escuchaba en mi casa anterior.
Mis oídos  se habían acostumbrado a los bocinazos, rugidos de los motores de tres líneas de colectivos, y las puteadas de los autmovilistas que giraban sin sentido en la extraña rotonda que el gobierno de la ciudad había construido bajo mi ventana. Ahora todos esos ruidos estaban ausentes.
En esa mañanita de septiembre, un fresco silencio se matizaba con el canto de algún pájaro y el lejano ladrido de un perro que seguramente reclamaba su desayuno.
Me inquieté cuando noté que mis oídos extrañaban aquel barullo y pensé que tendría que reeducarlos para que gustaran de ese silencio que muchas veces se hace insoportable para el que no está acostumbrado a convivir con él.
Y pensé en el porteño medio, que ya ha naturalizado  vivir en el caos de una ciudad turbulenta, histèrica, ruidosa y agresiva. Encima cuando quiere huir de ella por un rato termina embotellado en una ruta que va a la costa o al Tigre.
Por suerte, mis oídos ya están comenzando a disfrutar los atardeceres en el balcón de mi nueva casa. Es que si uno aprende a escuchar, el silencio no es ausencia de ruido, sino música quieta, melodía inmóvil, disfrute sonoro. Y el sonido del silencio es una de las mejores caricias que le podemos dar al alma. 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Vos podés

Vos podés
Cortito y clarito
Homenaje de la titiritera Elena Santacruz a los maestros en su día.




http://www.youtube.com/watch?v=h98pPEbkEi0

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Mi primer 11 de septiembre fuera de la trinchera

Hoy es el primer 11 de septiembre desde hace cuarenta años que no festejo mi día dentro de la trinchera.
El primer festejo lo tuve el 11 de septiembre del 73. Ese día se mezcló la alegría con el gusto amargo del golpe en Chile. Pero yo estaba seguro que acá no iba a pasar. Había vuelto a  Perón a solucionar todo y estaba el pueblo en la calle. No iba a pasar. Eso creía. 
Hoy he recibido el saludo cariñoso de seres muy queridos. 
Hoy me escribió desde España (gracias a la magia de este facebuque) un ex alumno junto al cual y a otros treinta y nueve pibes vimos en el 79, a las siete y media de la mañana, y en el aula del quinto grado, el gol con el que Ramón Díaz selló el campeonato del mundo de juveniles en Japón. Y formamos una montaña humana sobre el piso del aula. 
Hoy puse me gusta a muchos maravillosos mensajes de amigos del facebuque sobre nuestro día.
Hoy no pude, pero mañana le voy a dar un beso a mi vieja porque ella me enseñó con el ejemplo que si este laburo no se hace con alegría, no hay vocación que valga.

domingo, 25 de agosto de 2013

Pequeña historia de un gran saqueo

En mi pueblo, Arrecifes, había dos canales de televisión locales. ¡Cómo me gustaba verlos! Entre programa y programa pasaban las propagandas del bar de la esquina y la fábrica de soda que estaba al lado de la casa de una tía.
Como había varias compañias de cable cada canal del pueblo les alquilaba los programas que quería o podía.
Pero cuando  Cablevisión se quedó con todo  alquiló su programación a  uno solo de los canales.
Y el otro canal del pueblo tuvo que venderle a precio muy bajo la licencia que había conseguido con mucho trabajo.Y desapareció.
Quedó solamente emitiendo y festejando el  otro canal. Claro, tenia que pagar más pero había eliminado a la competencia. 
Al tiempo  Cablevisión le retiró la programación al único canal que quedaba,  quien le vendió la licencia a precio todavía más bajo. Algún mango tenía que salvar. Y desapareció.
Y desde entonces en mi pueblo, que ya es ciudad, el que tiene cable ve más de setenta canales emitidos por una sola compañia.  Y en algún tiempo   también miraba las tribunas de una cancha de fútbol si no agregaba  algunos billetes  a la ya elevada suscripción.
Lo que no pude seguir viendo desde que llegó Cablevisión a mi pueblo fueron las propagandas del bar de la esquina o las de la fábrica de soda. Igual no las vería porque el bar ahora es un Restó y la fábrica un Shoping. Así que no se de qué me quejo.
(Nota: esto es parte de lo que se está jugando con la ley de medios. El miércoles, a Tribunales)

miércoles, 21 de agosto de 2013

Cárcel Verde

Mediodía de sol.
Tengo un tiempito entre dos trámites que debo realizar  en la zona.
Me encuentro de golpe frente al  Parque Centenario. Mis ojos se llenan de verde y mis piernas se encaminan hacia su verde césped.
Quince minutos de verde descanso.
Cruzo la calle y recién entonces me encuentro con las  verdes rejas. Pregunto donde está la entrada y me indican que debo caminar treinta metros. Lo hago apurando el paso porque apenas tengo quince minutos.
Voy a disfrutar de algo que no hago hace tiempo. Descalzarme, sacarme las medias y dejar que mis plantas disfruten del contacto con la tierra. Alguien me dijo una vez que en la ciudad sufrimos de "cementitis" y que tener un rato por día para tomar contacto con la tierra nos permite que nos libremos de tanto estres. No se si será verdad pero cuando me acuerdo y encuentro algún espacio verde en la ciudad lo practico.
Unas puertas de rejas verdes cerradas me impiden empezar el rito. Me dicen que debo caminar cuarenta metros más y casi troto porque se esfuman mis quince minutos.
No encuentro ninguna puerta, pregunto y medicen que no, que era para el otro lado, porque las puertas de este lado están cerradas.
Corro porque ya solo me quedan cinco minutos y no quiero perderme ese momento de disfrute.
No hay caso, no encuentro la entrada. Ya me alejé mucho y pasaron los quince minutos.
Hace bastante calor y estoy transpirado. Miro la fuente que me ofrece a la distancia su chorro de agua fresca. Veo ese bien cortado césped, esas personas que, por supuesto, han sabido encontrar la entrada. y que van felices caminando por los sinuosos y prolijos senderos.
Llegaré  tarde a mi trámite. Seguro que pasó mi número.
Me aferro a las rejas verdes y grito: ¡Guardiaaaaa!.
Me siento un prisionero en una celda verde. El prisionero del lado de afuera.

domingo, 4 de agosto de 2013

Envido. Envido. Falta envido.Treinta y tres de mano. No son buenas.


Las encuestas dicen que al 33 por ciento de los porteños no les importa que este invierno los chicos de oncología del Hospital de niños se hayan quedado sin colonia de vacaciones  por "falta de presupuesto".
Las encuestas dicen que al 33 por ciento de los porteños no les importa que desde hace años casi no se nombran ni enfermeras ni médicos en los hospitales públicos.
Las encuestas dicen que al 33 por ciento de los porteños no les importa que solo se hayan terminado dos escuelas primarias públicas en los últimos siete años.
Las encuestas dicen que al 33 por ciento de los porteños no les importa que la metropolitana le pegue a los enfermos mentales, que el espacio verde sea reemplazado por cemento y que a los que duermen en la calle le tiren sus pocas cosas en un camión de basura.
Lo que las encuestan no dicen es que la mayoría de ese 33 por ciento tiene pre-paga, usa el colegio privado, se recrea en clubes o countries, se asusta cuando ve a un morocho mal vestido y está deseando que aumente el subte para no viajar tan apretados.

En esta mano las treinta y tres de la falta no son mejores.

sábado, 20 de julio de 2013

Amistad

La amistad se me ocurre, es un puente
tendido entre caminos paralelos
dos rumbos  atraídos de repente
por un mismo diapasón en sus anhelos.

Un lucero  entre crepúsculos, velando
los misterios que palpitan en la vida.
El calor que nace saboreando
un café en la mesa compartida.

Un amigo es la certeza perentoria
de que hay algo más allá que nos reclama.
El recuerdo que vuelve a la memoria
de las sendas y las dichas olvidadas.

Es el tono fraterno, generoso,
que ignora reprochar, echar en cara,
y prefiere coincidir en el esbozo
de una  historia que espera ser contada.

Amistad es el nido y es el viento.
Un  amigo es el lago y el torrente.
Es la fértil matriz y el nacimiento
de la meta escogida libremente.

   De Angel Eugenio Perrone, un amigo.
Para  mis amigos.  

miércoles, 17 de julio de 2013

El loco por la tele

El tipo era un loco por la tele. Pero "loco mal", como dicen hoy los jóvenes.
Desde muy chico podía pasarse horas con los ojos fijos en la pantalla. Los problemas empezaron cuando tuvo que ir a la escuela. Pataleaba y gritaba y apenas volvía a su casa se enchufaba  en la tele.
La cosa empeoró en la adolescencia cuando  se encerraba en su cuarto,  salteaba los almuerzos y las cenas y acumulaba materias para rendir en marzo.
 Cuando fue adulto el matrimonio le duró seis meses. El tipo venía del trabajo y comía en silencio mientras su mujer quedaba sosteniendo una conversación con ella misma.
 Pasaba los fines de semana mirando todos los deportes. Después le dio por todas las películas. Después por todos los programas científicos.
En el trabajo  esperaba  ansioso la hora del almuerzo para ir hasta el bar de la esquina. Y mientras sus compañeros charlaban sobre  fútbol y  mujeres el tipo solo quitaba los ojos de la pantalla para evitar ensartarse  un ojo con el tenedor cargado de ensalada. En su casa nunca apagaba el televisor para no perder tiempo en prenderlo cuando regresaba del trabajo. La tele era su amiga, su amante, su interlocutora, su ventana al mundo.
El tipo soñaba  con la jubilación. Tachaba en las hojas de un cuaderno  los años que le faltaban para alcanzar la edad requerida por la ley. El momento supremo donde él y la tele serían todo el tiempo el uno para el otro.
Y como todo en la vida llega, ese momento llegó. Y el tipo se jubiló. Se encerró definitivamente en su casa y  le dedicó la mayor parte del día a ver televisión. Apenas  dormía y apenas comía. Hasta puso un televisor en el baño. Y sus ojos soñolientos paseaban por todos los canales que tenía su compañía de cable, a la que le pagó el servicio cinco años por anticipado  para no perder el tiempo que le demandaba  ir hasta el Pago Fácil del barrio.
El tipo se  fanatizó con los noticieros y los programas políticos aunque ni se dignó salir de su casa para ir a votar en ninguna elección.  Conocía a todos los personajes de la política argentina y los veía discutir entre ellos en la oscuridad de su cuarto, únicamente iluminado por los rayos titilantes del aparato.
Y un día de julio de 2011 el tipo se durmió. Recostado en la cama y en medio de los insultos  que dos políticos, un hombre y una mujer, se propinaban entre sí. En el momento más interesante de las agresiones verbales, vencido por el sueño, el tipo se durmió.
Y  siguió dormido por varios días.
A nadie le extrañó no verlo porque pocas veces lo habían visto por la calle.
Y siguió dormido por varias semanas.
Nadie percibió nada raro  porque cuando algún vecino pasaba por la puerta de su departamento escuchaba el sonido de la tele y se iba sacudiendo la cabeza y pronto se olvidaba del loco por la tele, como lo llamaban en el barrio.
Y siguió dormido por varios meses.
Quizás los rayos catódicos que había acumulado a lo largo de su existencia lo mantuvieron saludable e hidratado, roncando apaciblemente mientras en la tele se sucedían los programas día y noche.
Y  dos años después, en un día de julio de 2013 el tipo se despertó. Todo en su cuarto seguía igual, la oscuridad, el olor a encierro y la tele prendida justo cuando estaban emitiendo un programa político.
 Y ahí estaban frente a sus ojos los dos mismos personajes, un hombre y una mujer, que él creía haber visto hacía solo unos instantes. Y los vio juntos y amables, echándose alabanzas uno sobre el otro, sonrientes y amigables recortados por el marco del televisor. Y ahí el tipo creyó que había enloquecido. Que sesenta y ocho años  de sobredosis de televisión  le habían afectado la razón.
Y por primera vez en su vida el tipo apagó la tele. Y quedó en silencio, envuelto por la oscuridad. Solo unos instantes de profundo  vacío de sonido y luz que nunca había experimentado.  Y tomó la decisión.
Ningún vecino en el barrio notó su ausencia. Solo se dieron cuenta que se había ido cuando el departamento se puso en venta. Y no mereció más que un comentario desdeñoso.
Nadie supo entonces que el tipo se compró una pequeña casa en La Falda, con las ventanas mirando hacia las sierras. Y que pasaba las tardes disfrutando el sol, los arroyos y el aire cordobés. Y que en su casa nunca hubo un televisor. Y que por las noches se daba una panzada de estrellas desde el jardín. Eso sí, siguió solitario y aislado los últimos espléndidos doce años  de  vida que le tocó vivir. Por eso nunca supo que el milagro debía agradecérselo a un tipo y una tipa llamados Pino y Lilita.


domingo, 23 de junio de 2013

Ya no me queda ni Patoruzú.

Fue la historieta compañera de mis viajes en micro, cuando iba de vacaciones a mi querida Arrecifes. Y también cuando volvía. A veces era mensual. Y en algún momento semanal. Era maravillo ir al kiosco y ver que estaba ahí, prendida de un broche en el escaparate.
Ese indio noble y millonario, dueño de media Patagonia y que luchaba siempre por la justicia, defendiendo a los más humildes. Indestructible e ingenuo. Creía en la palabra y a pesar de su fortuna siempre andaba en ojotas, vincha, poncho y boleadora. Su  austeridad y generosidad hacían sufrir terriblemente al derrochón de Isidorito.

Siempre creí que era un personaje de ficción. Pero no. Patoruzú existió. Fue originario. Y del sur del país.  Fue  cacique y millonario.Y fue una mierda de persona. Traidor a su raza, se ofreció a Roca,junto a otro nativo, para servir de guía hacia los lugares donde sus hermanos de sangre se ocultaban. Y así los soldados  los encontraban y los masacraban.
Roca, en agradecimiento por los servicios prestados, le regaló una gran extensión de tierra. A él y al otro nativo. Pero fue su compañero quien  encontró en sus tierras oro y Patoruzú, fiel a sus principios, lo asesinó y se quedó con todo.
Así se hizo de una fortuna enorme, compró más tierras y fue un estanciero con numerosa prole. Eso sí, nunca renunció a su condición de indio. Nunca visitó la ciudad porque sentía un gran desprecio por el hombre blanco. Se paseaba orgulloso con su poncho y sus ojotas recorriendo sus extensos campos llenos de cosechadores y jornaleros explotados. Y murió de viejo en la comodidad de su  estancia.

Juan Gelman contó esta historia y es el culpable que se cayera el último mito de mi infancia. Primero fueron muchos próceres que exaltaban  en mi escuela, después muchos santos que endiosaban en mi parroquia. Y ahora nada más ni nada menos que ......el Cacique Patorurú.

sábado, 15 de junio de 2013

El preguntazo

Si no hacemos la revolución de las preguntas nos van a tapar con las respuestas.
Todos tenemos respuestas.
Pero los únicos que tienen preguntas son los chicos y los locos. Y fastidian.

Ayer el peluquero me dijo  mientras me rebajaba la patilla: “A la piba la mató el padrastro”. Y al rato, mientras su vista iba y venía desde mi nuca al televisor agregó: “El freno no andaba, ponele la firma”. Tenía todas las respuestas. Y Contundencia.
En la sala de espera de cualquier lugar, en el taxi, en la puerta de la escuela, en una fiesta familiar, en la reunión de consorcio de la entrada del edificio, todos tenemos la respuesta, la justa. Y si alguien se anima a una pregunta le respondemos antes que ponga el signo de interrogación. Y como todos estamos firmemente agarrados a nuestra respuesta se arman las discusiones y las peleas. Porque mi respuesta es la verdadera, no hay otra.
La televisión  es la gran constructora de respuestas. Programas llenos de panelistas que afirman, aseguran y confirman categóricamente aseveraciones de interrogantes que nunca se han formulado. Pero la actitud y la firmeza de su voz no dejan margen de duda. Es así.

 “Nadie se encierra en una depresión por exceso de preguntas, sino por exceso de respuestas.” (Hernán Casciari) Las preguntas abren posibilidades, te permiten dudar, averiguar,  dan más de una opción. El aluvión de respuestas te encierra, te abruma, te limita, te cierra nuevos caminos, te oprime el pecho, no hay nada más que buscar, se acabó.

“Toda  la cultura avanza por los interrogantes, cuando se llega a una respuesta se abren mil nuevas preguntas.” (Eduaro Aberbuj) Volvamos a la edad de los por qué. Hagamos el preguntazo.


martes, 11 de junio de 2013

Memorias de un maestro que se fue (2)

Hace cien días me jubilé.
En este tiempo he pensado varias veces en cerrar este blog.
Porque ya no estoy en la trinchera. Y siempre critiqué a los que hablan del mundo de la escuela desde afuera. No se puede teorizar cuando no se está con el traje de amianto (guardapolvo blanco) combatiendo en la vanguardia. Con más razón  cuando en los últimos años en la Ciudad de Buenos Aires no hay que lidiar solamente con lo que sucede cada día en las aulas, en los pasillos y en el patio de la escuela, sino con un Gobierno porteño que ataca a cara descubierta a la educación pública.
Pero bueno, ya decidiré que hago con este blog. Por ahora sigo con algunas memorias de un maestro que se fue:
Desde el primer día que fui maestro supe que iba a transcurrir toda mi vida laboral en las escuelas. Pero no podía racionalizar por qué.  Era mi lugar en el mundo laboral.
¿Por qué? No lo sabía. Lo sentía. Lo vivía. Lo disfrutaba. Lo sufría.
Ahora sé por qué. Justo cuando no estoy en el día a día caigo en la cuenta. Porque quería ser un expendedor de combustible. Sí, aunque suene raro. La escuela fue para mí una estación de servicio y yo despaché una especie de nafta especial  a través de cuarenta años. Lo supe el otro día cuando leí a Fabián Casas. Este autor escribió:
“La infancia es esa época de la vida en la que una persona carga el combustible que va a tener que usar hasta que se muera”.
Por eso a la escuela hay que cuidarla tanto. El combustible que ofrece a sus alumnos  es indispensable pero también inflamable. Y si se la sigue bombardeando puede volar por los aires. Y los trajes de amianto que llevan las maestras y los maestros no son a prueba de maltrato.
Hace cien días me jubilé de expendedor de combustible.  Ahora estoy construyendo un nuevo surtidor conocido por mí: lleno de títeres, cuentos, teatro y poesía. Para seguir ayudando a que los chicos  continúen almacenando  la energía que van a necesitar durante el resto de su vida. Y para que yo lo siga disfrutando.


sábado, 18 de mayo de 2013

El día en que Dios conoció el miedo



 Cuando era chico, en catequesis, me hablaban sobre el Juicio Final. El día en que todos deberíamos comparecer ante el Tribunal de Dios para dar cuentas de nuestros actos y escuchar el veredicto: Paraíso o Infierno. Y yo me asustaba.
Ahora me asustan otras cosas pero por un momento quise volver a creer en ese Juicio Celestial para imaginarme como hubiera sido el momento en que Videla se encontró con Dios. Y esto fue lo que resultó.

Y se encontraron. Cara a cara. El Viejo Barbado y el Flaco Cadavérico. Los dos bien erguidos. Mirándose.
El Flaco Cadavérico no bajó la vista.
El Viejo Barbado se le metió por los ojos, y no encontró nada. Solo quería que el trámite fuera lo más corto posible.

-        -   Te condeno al Infierno por toda la Eternidad- dijo Dios.
-         -  No acepto la competencia de este Tribunal- dijo Videla-. Solo Dios me puede juzgar.
-          -  Yo soy Dios- dijo Dios.
-           -  No – dijo Videla-. Dios soy yo.

Y solo el silencio siguió al silencio después de tanto silencio.  
El Viejo Barbado tenía frío, y supo que ese frío lo traía encima el Flaco Cadavérico.  Y era un frío sin viento, un frío sin hielo, un frío sin nieve, un frío sin invierno. Era un frío…sin nada.
Miró hacia el Infierno de Dante y recorrió con la vista los nueve círculos. ¿En cuál alojaría al Flaco Cadavérico? Desandó con la mirada los nueve círculos y sacudiendo la cabeza sentenció:
-       No puedo mandarte al primer círculo porque allí van los no bautizados. Y tú has sido ritualmente introducido a la Iglesia Católica, una de las tantas creencias que me son devotas.
-       No puedo mandarte ni al segundo, ni al tercero, ni al cuarto ni al quinto círculos  porque allí van los lujuriosos, los golosos, los avaros o despilfarradores, los perezosos y los iracundos. Y tú jamás te has entregado a ninguno de estos  pecados capitales. Nunca te has dejado arrebatar por las pasiones. Nunca se te ha visto fuera de ti.
-       No puedo mandarte al sexto círculo  porque allí están los herejes y tú siempre  has manifestado la más alta adhesión a tu fe católica.
-       Ni siquiera puede ubicarte en el séptimo círculo donde van los violentos porque los delitos por los cuales te han condenado los hombres muestran que nunca has matado, violado, robado, secuestrado o desaparecido por tu mano. No apretaste ningún gatillo. Tus oídos no escucharon el grito desgarrador de los torturados. Tu impecable uniforme nunca se manchó con la sangre de los fusilados.
-       Tampoco puedo ubicarte en el octavo círculo donde van los corruptos porque tu vida fue austera. No  guardaste para ti nada  de tus víctimas.
-       Y quedas afuera  también del último círculo, el noveno, el de los traidores, porque fuiste obstinadamente consecuente con tus ideas.

El Viejo Barbado se sintió cansado.  El frío era cada vez más intenso. Miró al Flaco Cadavérico y no vio un movimiento, un gesto, solo se movían imperceptiblemente esos ojos desafiantes
Decidió terminar ya mismo con este asunto. Cosas más importante esperaban su atención. Tomó coraje, aclaró su voz y tronó:
-       No puedo mandarte a ninguno de los círculos, ni aún a los más profundos porque no perteneces a ninguno. Por eso, por toda la Autoridad que me he conferido desde el Principio de los Tiempos, te condeno….. a seguir muerto
-       Mira el infierno de Dante. Todas esas almas que sufren los más grandes padecimientos y terribles castigos tienen una sola esperanza, que el día del Juicio Final, cuando justos e injustos resuciten entre los muertos, tengan una posibilidad entre un millón de que los alcance mi Infinita Misericordia.
-       Tú no podrás tener esa oportunidad. Estabas muerto cuando te sorprendió la Muerte y seguirás muerto por los Tiempos de los Tiempos.

Dios, el Viejo Barbado,  sintió que  una corriente cálida lo envolvía. Levantó la vista y ya no vio al Flaco Esquelético. Respiró aliviado. Grabó en su Mente la fecha: 17 de mayo de 2013. Nunca olvidaría ese día en que,  El, Dios, conoció el miedo.

viernes, 17 de mayo de 2013

La muerte de un canalla de Mario Benedetti


 SE MURIO EN LA CARCEL, SE CUMPLIO LA CONSIGNA: JUICIO Y CASTIGO

Ahora Benedetti dice:

LA MUERTE DE UN CANALLA

"Los canallas viven mucho, pero a veces se mueren". 

Vamos a festejarlo
 

Vengan todos
 

Los inocentes
 

los damnificados
 

los que gritan de noche
 

los que sueñan de día
 

los que sufren el cuerpo
 

los que alojan fantasmas
 

los que pisan descalzos
 

los que blasfeman y arden
 

los pobres congelados
 

los que quieren a alguien
 

los que nunca se olvidan
 



Vamos a festejarlo
 

Vengan todos
 

el canalla se ha muerto
 

se acabó el alma negra
 

El ladrón
 

El cochino
 

se acabó para siempre
 

hurra que vengan todos
 

Vamos a festejarlo
 

a no decir
 

La muerte
 

Siempre lo borra todo
 

Todo lo purifica
 

Cualquier día
 

La muerte no borra nada
 

Quedan Siempre las cicatrices
 

Hurra
 

murió el cretino
 

Vamos a festejarlo
 

a no llorar de vicio
 

que lloren sus iguales
 

y se traguen sus lágrimas
 

se acabó el monstruo prócer
 

se acabó para siempre
 

Vamos a festejarlo
 

a no ponernos tibios
 

a no creer que éste es un muerto cualquiera
 



Vamos a festejarlo
 

a no volvernos flojos
 

a no olvidar que éste
 

es un muerto de mierda
Mario Benedetti



jueves, 2 de mayo de 2013

El Capitán Mediavista en la Feria del Libro

Podés encontrarlo en el stand de SM - Barco de Vapor-

Miércoles 8 de mayo a las 17 hs.
Lunes     13 de mayo a las 16 hs.

Dos aventuras de la trilogía

1- El Capitán Mediavista en la Isla de los Cangrejos Muertos
2- El Capitán Mediavista y  el Tesoro de la Verde Esmeralda

Juan Pedro Mc Loughlin firmará ejemplares

martes, 16 de abril de 2013

Ya viene navegando el Capitán Mediavista


Mediavista hoy zarpó de Puerto Perdido y el martes llega a las costas de la 19 del 9. Allí te espera.


Capitán Mediavista y el tesoro de la Verde Esmeralda
de Juan Pedro Mc Loughlin
(segundo libro de la trilogía)
Editorial SM (Barco de Vapor)

Con la presencia del mismísimo Capitán recién llegado desde Puerto Perdido
Se venderán y firmarán ejemplares del autor
cuentaescribecuentos.blogspot.com

 

Escuela Prov. del Chubut (Esc19DE9),23 de Abril,18 hs, Humboldt 742.

        

domingo, 24 de marzo de 2013

El Papagolpe de mercado está en marcha

Durante una semana entera, todas las pantallas de televisión, las portadas de todos los diarios, los programas de todas las radios, las conversaciones en calles, colectivos y casas se ocuparon de un tema excluyente: Habemus Papam .
De pronto, en el día octavo, el diario de mayor tirada de la Argentina descendió en picada a asuntos terrenales de suma gravedad: Nos avisó que el dólar se acercaba a los nueve pesos.
Desde 2007 ya habían intentado en siete ocasiones un golpe de mercado. Y siempre escondidos detrás de hechos de masiva repercusión : el estallido de la burbuja inmobiliaria yanqui, el alzamiento “del campo”, la crisis europea,las elecciones presidenciales  y otros.
Pero esta vez la ocasión era la más favorable. Amparados en la elevación  espiritual de la mayoría de la población  resonaron los primeros ruidos que nadie escuchó o no quiso escuchar.
Videla llamó al ejército a levantarse en armas. Un hecho de enorme gravedad que no provocó la reacción contundente de todo el arco político, sino voces aisladas.
Mientras todos los medios   admiraban a Francisco por su humildad al llamar  al diariero para que ya no le llevara nada menos que La Nación muchos de sus privilegiados lectores armaban el plan.
Cristina, visiblemente emocionada,  estaba distraída  desenvolviendo un mate y la correspondiente bombilla para regalarle al Papa.
Y en la mañana del octavo día, todos nos levantamos con la sorpresa que la vida no vale nada si no  tenemos nueve pesos para comprar un dólar.
Mientras se le decía al pueblo pobre que lo mejor es que se quede  pobre porque así lo quiere Dios, los dueños del poder  fugaban miles de dólares que compraban en el mercado negro creando un clima de incertidumbre generalizado.
El mismo González Fraga se animaba a amenazar declarando  que los especuladores (nombre y apellido por favor) disponían de diez mil millones de pesos para invertir en el mercado ilegal. (cómo lo sabe, nadie se lo preguntó)
ADECUA, la agrupación de la prensa “independiente”, denunciaba desde distintos medios de prensa que no había libertad de prensa.
La Afip, para regocijo del enemigo, no se le ocurrió mejor momento para aumentar un cinco por ciento al uso de tarjeta de crédito en los viajes al exterior. Les servía en bandeja la excusa exacta para iniciar la estampida.
El gobierno entró en un mutismo insólito mostrando que también había sido pillado mirando a Roma y se vio el patético espectáculo de un Moreno que parecía que estaba negociando con los negreros del dólar.
El objetivo principal no es derrocar al gobierno, sino disciplinarlo. Una devaluación que logre la ansiada transferencia de ingresos a las manos de siempre, el debilitamiento de la imagen de la Presidenta   frente a las cercanas elecciones y marcar la cancha para que todos sepan quién es el que manda.
El Papagolpe de mercado está en marcha. Sus nada austeros mentores se encomiendan a San Dólar.  Y no le rezan una oración en italiano, sino  la plegaria  internacional de las minorías: Jodete pueblo que estás en la tierra.


lunes, 4 de marzo de 2013

...Y el último día, me llevé la bandera



...Y el último día,  me llevé la bandera.
En el inicio del ciclo lectivo  1973 (en aquel entonces empezó el 12 de marzo porque nadie estaba enloquecido con los 190 días imposibles de cumplir), en aquel inicio, decía,  yo estrenaba mi vida docente al frente de un quinto grado en el Colegio Sagrada Familia de Villa Urquiza. En la mañanita de aquel lunes me tocó izar  la bandera por ser el primer ex alumno que iba a trabajar de maestro en esa escuela. Yo tenía 20 años.
El inicio del ciclo lectivo 2013  (en un insólito día a mitad de semana del mes de febrero), en ese inicio, decía, yo cerré mi vida docente en la Escuela Provincia del Chubut  de Villa Crespo.  En la tarde el 28 de febrero arrié la bandera con las mismas manos temblorosas de aquellos tiempos. Solo habían pasado cuarenta años.
…. Y en ese último día, el Director de la 19 … me regaló esa bandera. Y acá la tengo, en mi casa, bien acurrucada sobre el cofre del Capitán Mediavista, como un preciado tesoro que sintetiza, en celeste y blanco,  todo lo que viví caminado los pasillos de las escuelas ataviado con mi guardapolvo blanco.

domingo, 24 de febrero de 2013

El ciclo lectivo más corto de mi vida.


El ciclo escolar 2013, si las clases empiezan, será el ciclo lectivo más corto de mi vida docente.
 Durará dos días. El 27 y el 28 de febrero.
Porque el primero de marzo festejaré mi jubileo con la educación. En términos menos poéticos, estaré jubilado.
Hace cuarenta años también en un primero de marzo, pero de 1973,  me incorporaba a una escuela por primera vez para inaugurarme en  esta profesión que ahora dejo.
Estoy contento de haberla  desempeñado durante cuatro décadas en todos los cargos que se puede tener en el nivel primario. De todos ellos, el que más disfruté y amé fue el de maestro de grado. Ahí junto a los pibes, en el aula, con un grupo escolar, en la trinchera. Sé que no la voy abandonar totalmente porque tengo pensado seguir contando cuentos en las escuelas, llevando mis libros. Pero ya no será tan seguido.
No se si este blog continuará. No lo tengo decidido. Pero quiero agradecerles a todos los que me acompañaron en la lectura de mis escritos. A seguidores y amigos los invito a visitar el blog wwwcuentaesribecuentos.blogspot.com donde desarrolo mi otra pasión en el laburo que es el teatro, la escritura y la narración oral.
El jueves usaré por última vez el guardapolvo blanco. Pero cuando me lo saque seguiré teniendo el maestro que llevo en mí.  Buena Vida.

domingo, 10 de febrero de 2013

El día del heroico éxodo porteño


Finalmente se cansaron todos. Y se fueron.
Fue un 9 de enero de 2013. Día  que seguramente se convertirá en feriado.
El día del heroico éxodo porteño.
En fila india. Como hormiguitas disciplinadas. Aguantando estoicamente el sol que caía a plomo ese sábado de enero.
Necesitaban huir. De sus plazas encarceladas. De la destrucción de su avenida emblemática. De los árboles arrancados furtivamente durante las madrugadas. De la basura que ya alcanzaba los departamentos del primer piso. De las aguas que corrían como ríos por cualquier avenida después de un aguacero.
Necesitaban huir antes de ser alcanzados por alguna topadora insaciable  o quedar atrapado dentro  de alguna reja inesperada.
Finalmente  se cansaron todos. Y se fueron. Todos.
Y huyeron hacia el mejor de los destinos: el mar.
Fueron a buscar su viento y su arena. Su sal y su misterio. Sabiendo que nunca nadie podría enrejar la caricia de su espuma cuando el mar  estaba de buen humor o detener con muros de chapa a la furia de sus olas cuando algo lo encrespaba.
Y aguantaban viajar a paso de hombre. Subidos a sus coches. A sus micros. Con sus niños. Con sus abuelos.  Con los abandonados en las calles. Arrastrando a los que se negaban a abandonar su ciudad. En una interminable fila primero de a dos, y luego de a uno cuando iban llegando a su destino final. Tratando de no escuchar a sus espaldas el estruendo de los edificios que se derrumbaban. Sonriendo porque sabían que no habría víctimas ya que todos se habían ido. Transpirando pero felices porque ya estaban percibiendo el inconfundible olor del mar. 
La ciudad quedó vacía. Sus calles en silencio. Ni siquiera estaba MM, quien también había huido de sí mismo.


domingo, 27 de enero de 2013

Trincheras en los túneles



Antes de viajar al esperado mar, trincheras decidió bajar a los túneles de la ex mítica línea  del subte A donde se suponía estarían trabajando arduamente, para lograr  que los   pasajeros que utilizan  este ágil transporte eviten hacer  largas colas para llegar a sus trabajos.
Como tenemos entrenamiento para estar bajo tierra nos movimos con comodidad por los espectrales laberintos borgeanos asombrados por el  silencio  casi absoluto que reinaba en el lugar.
Aún  dos semanas después de haberse clausurado  su circulación,  varias formaciones de los casi centenarios vagones todavía descansaban en el vientre de esos intrincados pasadizos.
Los consultamos y nos respondieron con un crujido lastimero de buena madera, nos dijeron que la mayoría de sus hermanos yacían a la intemperie en un playón  de  Parque Patricios. Lo que más les preocupaba no era la lluvia, sino que los cegara la luz , porque por noventa y nueve años solo habían conocido, como vampiros, la maravillosa oscuridad de los túneles.
Apesadumbrados por semejante declaración seguimos andando sobre una zorra chirriante y en los solitarios andenes veíamos a desolados canillitas aferrados a sus escaparates cerrados.
Más adelante, en sus puestos, de señaleros estaban apostados los primeros trabajadores del subte que avistamos. Tomaban mate y al responder a la pregunta de qué hacían desde hace dos semanas nos respondieron: “Nada, nos rascamos las….” No trascribimos la frase completa porque  Trincheras mantiene una línea editorial sin exabruptos. Cuando tratamos de ubicar al resto del personal los encontramos capacitándose en las oficinas que tiene Metrovías en Bartolomé Mitre al 3300. Miramos estupefactos el entrenamiento. Tenían que dar vuelta carnero y al salir decir una palabra que definiera una imagen (también ellos se abstuvieron en usar la primera que les vino a la mente, para no poner en juego  su empleo). Se agregaban  ejercicios de respiración y relajación, mímica y juegos de roles”. Esto duró dos días porque los muchachos del subte, que no son nenes de pecho, finalmente mandaron a sus capacitadores a la parte más alta de una nave a vela.
Preguntamos por la capacitación en la tarea específica de conducir las nuevas formaciones Nos contestaron en este orden:
-          Los capacitadores que vinieron de la China no tienen traductores y se hacen entender a base de señas.
-          Solo una formación de las nuevas están  corriendo por las vías desde el lunes pasado.  Nadie sabe quien la conduce. Quizás el Fantasma de la Opera, quien se refugió en esos túneles después de que esta misma administración destruyera…perdón, restaurara el teatro Colón.
-          A los boleteros y personal de los andenes se les dio el único manual que está  en castellano y  divide a los pasajeros en tres categorías, el “terrorista” (individuo disconforme), el “mercenario” (individuo que puede ser captado a cambio de algo) y el “apóstol” (el satisfecho) – En el manual aclara que estas categorías las estipuló Luis Huete “pensador de referencia de mangement internacional”·(1)
-          El último consejo del manual es la frase de cabecera del líder de esta facción que hoy desgobierna la ciudad de Buenos Aires. El manual aconseja a los boleteros: "SI HAY ALGUNA DUDA NO ASUMIR NINGUNA RESPONSABILIDAD". (Textual)

Trincheras se retiró de los túneles con más ganas que nunca de que llegara  febrero, fecha en que irá a buscar aire nuevo al mar, donde los únicos túneles que veremos son los que haremos con el baldecito y la palita de plástico.

(Cualquier parecido a la ficción es  casualidad. Esto es pura y grotesca realidad)
(1)   “Programa: formación de personal de tráfico. (Cuadernillo entregado por Metrovías en Avenida de Mayo al 600)

jueves, 24 de enero de 2013

Aún lejos del mar

Esta vez no fui  al mar en enero.
Y lo extraño.
Pero falta poco. Este año será en febrero.
Añoro el viento del mar. El sol de la mañana, tempranito.
El atardecer mientras el agua salada se seca en mi cuerpo con los rayos ya anaranjados.
La espuma.
Y esa energía que el mar te ofrece.
Y las olas que van y que vienen.
Falta poco. Para el chapuzón. Para el mate en la playa. 
Para compartirlo. Para disfrutarlo.
Falta poco. Esperame mar. Esperanos. 

martes, 1 de enero de 2013

Entre las siete y la una


El primer día de enero es el único día del año en que se puede escuchar el silencio en la Ciudad de Buenos Aires. (Antes también se podía el veinticinco de diciembre pero ya no).
Este hecho se produce entre las siete y las trece. Con epicentro en  las diez de la mañana.
Es silencio de verdad y no solo falta de ruido.
Tiene la densidad, la espesura y los sonidos que tiene que tener el silencio.
Entre los primeros sonidos del silencio está el canto de los pájaros.  Y escucharlos en la ciudad da un goce extra. Y en una mañana como la de hoy, el  roce de las hojas  contra el suave movimiento del viento.
Hoy la Ciudad de Buenos Aires nos ha regalado uno de los mejores primeros de enero de su historia. Mañana soleada, fresca y adorablemente silenciosa.
El fenómeno no solo se produce porque la mitad de los habitantes de la ciudad están fuera de ella.
Ni tampoco porque el ochenta  por ciento  restante está durmiendo.
Sino porque los  que estamos despiertos somos atrapados, desde el momento que abrimos los ojos, por la envolvente seducción del silencio. Te invita  a la máxima economía del movimiento. El imprescindible para preparar un mate, arrimar una silla al balcón y desde allí, escucharlo.
A veces lo más difícil es escuchar en silencio al silencio.
Porque puede haber silencio afuera pero si vos no llevás puesto el tuyo, te lo perdés.
Y no está bueno perderse el silencio de la ciudad de Buenos Aires el primero de enero, en algún momento, entre las siete y pasado el medio día.
Porque disfrutar el silencio frente al mar, la montaña o el campo se puede hacer cualquier día del año.
¿Pero en la Ciudad de Buenos Aires? ¿La más grande productora de ruido  del país? Solamente el primero de enero entre las siete de la mañana y la una de la tarde.
Son las doce, me queda una hora de disfrute del silencio que me ofrece la ciudad. Callo esta voz interior y el agradable golpeteo en las teclas de la computadora. Y me pongo en silencio para escuchar más silencio. Buena Vida.