Antes de viajar al esperado mar, trincheras decidió bajar
a los túneles de la ex mítica línea del
subte A donde se suponía estarían trabajando arduamente, para lograr que los
pasajeros que utilizan este
ágil transporte eviten hacer largas
colas para llegar a sus trabajos.
Como tenemos entrenamiento para estar bajo tierra nos
movimos con comodidad por los espectrales laberintos borgeanos asombrados por
el silencio casi absoluto que reinaba en el lugar.
Aún dos semanas después
de haberse clausurado su circulación, varias formaciones de los casi centenarios
vagones todavía descansaban en el vientre de esos intrincados pasadizos.
Los consultamos y nos respondieron con un crujido
lastimero de buena madera, nos dijeron que la mayoría de sus hermanos yacían a la
intemperie en un playón de Parque
Patricios. Lo que más les preocupaba no era la lluvia, sino que los cegara la
luz , porque por noventa y nueve años solo habían conocido, como vampiros, la
maravillosa oscuridad de los túneles.
Apesadumbrados por semejante declaración seguimos andando
sobre una zorra chirriante y en los solitarios andenes veíamos a desolados canillitas
aferrados a sus escaparates cerrados.
Más adelante, en sus puestos, de señaleros estaban
apostados los primeros trabajadores del subte que avistamos. Tomaban mate y al
responder a la pregunta de qué hacían desde hace dos semanas nos respondieron: “Nada,
nos rascamos las….” No trascribimos la frase completa porque Trincheras mantiene una línea editorial sin
exabruptos. Cuando tratamos de ubicar al resto del personal los encontramos
capacitándose en las oficinas que tiene Metrovías en Bartolomé Mitre al 3300.
Miramos estupefactos el entrenamiento. Tenían que dar vuelta carnero y al salir
decir una palabra que definiera una imagen (también ellos se abstuvieron en
usar la primera que les vino a la mente, para no poner en juego su empleo). Se agregaban ejercicios de respiración y relajación, mímica
y juegos de roles”. Esto duró dos días porque los muchachos del subte, que no
son nenes de pecho, finalmente mandaron a sus capacitadores a la parte más alta
de una nave a vela.
Preguntamos por la capacitación en la tarea específica de
conducir las nuevas formaciones Nos contestaron en este orden:
-
Los capacitadores que vinieron de la China
no tienen traductores y se hacen entender a base de señas.
-
Solo una formación de las nuevas están corriendo por las vías desde el lunes pasado. Nadie sabe quien la conduce. Quizás el Fantasma
de la Opera, quien se refugió en esos túneles después
de que esta misma administración destruyera…perdón, restaurara el teatro Colón.
-
A los boleteros y personal de los
andenes se les dio el único manual que está en castellano y divide a los pasajeros en tres categorías, el “terrorista” (individuo
disconforme), el “mercenario” (individuo que puede ser captado a cambio de
algo) y el “apóstol” (el satisfecho) – En el manual aclara que estas categorías
las estipuló Luis Huete “pensador de referencia de mangement internacional”·(1)
-
El último consejo del manual es la frase
de cabecera del líder de esta facción que hoy desgobierna la ciudad de Buenos
Aires. El manual aconseja a los boleteros: "SI HAY ALGUNA DUDA NO ASUMIR NINGUNA
RESPONSABILIDAD". (Textual)
Trincheras se retiró de los túneles
con más ganas que nunca de que llegara febrero, fecha en que irá a buscar
aire nuevo al mar, donde los únicos túneles que veremos son los que haremos con
el baldecito y la palita de plástico.
(Cualquier
parecido a la ficción es casualidad.
Esto es pura y grotesca realidad)
(1) “Programa:
formación de personal de tráfico. (Cuadernillo entregado por Metrovías en
Avenida de Mayo al 600)