En mi pueblo, Arrecifes, había dos canales de televisión locales. ¡Cómo me gustaba verlos! Entre programa y programa pasaban las propagandas del bar de la esquina y la fábrica de soda que estaba al lado de la casa de una tía.
Como había varias compañias de cable cada canal del pueblo les alquilaba los programas que quería o podía.
Pero cuando Cablevisión se quedó con todo alquiló su programación a uno solo de los canales.
Y el otro canal del pueblo tuvo que venderle a precio muy bajo la licencia que había conseguido con mucho trabajo.Y desapareció.
Quedó solamente emitiendo y festejando el otro canal. Claro, tenia que pagar más pero había eliminado a la competencia.
Al tiempo Cablevisión le retiró la programación al único canal que quedaba, quien le vendió la licencia a precio todavía más bajo. Algún mango tenía que salvar. Y desapareció.
Y desde entonces en mi pueblo, que ya es ciudad, el que tiene cable ve más de setenta canales emitidos por una sola compañia. Y en algún tiempo también miraba las tribunas de una cancha de fútbol si no agregaba algunos billetes a la ya elevada suscripción.
Lo que no pude seguir viendo desde que llegó Cablevisión a mi pueblo fueron las propagandas del bar de la esquina o las de la fábrica de soda. Igual no las vería porque el bar ahora es un Restó y la fábrica un Shoping. Así que no se de qué me quejo.
(Nota: esto es parte de lo que se está jugando con la ley de medios. El miércoles, a Tribunales)
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