Hoy es el primer 11 de septiembre desde hace cuarenta años que no festejo mi día dentro de la trinchera. El
primer festejo lo tuve el 11 de septiembre del 73. Ese día se mezcló la
alegría con el gusto amargo del golpe en Chile. Pero yo estaba seguro
que acá no iba a pasar. Había vuelto a Perón a solucionar todo y estaba
el pueblo en la calle. No iba a pasar. Eso creía. Hoy he recibido el saludo cariñoso de seres muy queridos. Hoy
me escribió desde España (gracias a la magia de este facebuque) un ex
alumno junto al cual y a otros treinta y nueve pibes vimos en el 79, a
las siete y media de la mañana, y en el aula del quinto grado, el gol
con el que Ramón Díaz selló el campeonato del mundo de juveniles en
Japón. Y formamos una montaña humana sobre el piso del aula. Hoy puse me gusta a muchos maravillosos mensajes de amigos del facebuque sobre nuestro día. Hoy
no pude, pero mañana le voy a dar un beso a mi vieja porque ella me
enseñó con el ejemplo que si este laburo no se hace con alegría, no hay
vocación que valga.