Pintando las trincheras.

"Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra". José Martí

domingo, 25 de agosto de 2013

Pequeña historia de un gran saqueo

En mi pueblo, Arrecifes, había dos canales de televisión locales. ¡Cómo me gustaba verlos! Entre programa y programa pasaban las propagandas del bar de la esquina y la fábrica de soda que estaba al lado de la casa de una tía.
Como había varias compañias de cable cada canal del pueblo les alquilaba los programas que quería o podía.
Pero cuando  Cablevisión se quedó con todo  alquiló su programación a  uno solo de los canales.
Y el otro canal del pueblo tuvo que venderle a precio muy bajo la licencia que había conseguido con mucho trabajo.Y desapareció.
Quedó solamente emitiendo y festejando el  otro canal. Claro, tenia que pagar más pero había eliminado a la competencia. 
Al tiempo  Cablevisión le retiró la programación al único canal que quedaba,  quien le vendió la licencia a precio todavía más bajo. Algún mango tenía que salvar. Y desapareció.
Y desde entonces en mi pueblo, que ya es ciudad, el que tiene cable ve más de setenta canales emitidos por una sola compañia.  Y en algún tiempo   también miraba las tribunas de una cancha de fútbol si no agregaba  algunos billetes  a la ya elevada suscripción.
Lo que no pude seguir viendo desde que llegó Cablevisión a mi pueblo fueron las propagandas del bar de la esquina o las de la fábrica de soda. Igual no las vería porque el bar ahora es un Restó y la fábrica un Shoping. Así que no se de qué me quejo.
(Nota: esto es parte de lo que se está jugando con la ley de medios. El miércoles, a Tribunales)

miércoles, 21 de agosto de 2013

Cárcel Verde

Mediodía de sol.
Tengo un tiempito entre dos trámites que debo realizar  en la zona.
Me encuentro de golpe frente al  Parque Centenario. Mis ojos se llenan de verde y mis piernas se encaminan hacia su verde césped.
Quince minutos de verde descanso.
Cruzo la calle y recién entonces me encuentro con las  verdes rejas. Pregunto donde está la entrada y me indican que debo caminar treinta metros. Lo hago apurando el paso porque apenas tengo quince minutos.
Voy a disfrutar de algo que no hago hace tiempo. Descalzarme, sacarme las medias y dejar que mis plantas disfruten del contacto con la tierra. Alguien me dijo una vez que en la ciudad sufrimos de "cementitis" y que tener un rato por día para tomar contacto con la tierra nos permite que nos libremos de tanto estres. No se si será verdad pero cuando me acuerdo y encuentro algún espacio verde en la ciudad lo practico.
Unas puertas de rejas verdes cerradas me impiden empezar el rito. Me dicen que debo caminar cuarenta metros más y casi troto porque se esfuman mis quince minutos.
No encuentro ninguna puerta, pregunto y medicen que no, que era para el otro lado, porque las puertas de este lado están cerradas.
Corro porque ya solo me quedan cinco minutos y no quiero perderme ese momento de disfrute.
No hay caso, no encuentro la entrada. Ya me alejé mucho y pasaron los quince minutos.
Hace bastante calor y estoy transpirado. Miro la fuente que me ofrece a la distancia su chorro de agua fresca. Veo ese bien cortado césped, esas personas que, por supuesto, han sabido encontrar la entrada. y que van felices caminando por los sinuosos y prolijos senderos.
Llegaré  tarde a mi trámite. Seguro que pasó mi número.
Me aferro a las rejas verdes y grito: ¡Guardiaaaaa!.
Me siento un prisionero en una celda verde. El prisionero del lado de afuera.

domingo, 4 de agosto de 2013

Envido. Envido. Falta envido.Treinta y tres de mano. No son buenas.


Las encuestas dicen que al 33 por ciento de los porteños no les importa que este invierno los chicos de oncología del Hospital de niños se hayan quedado sin colonia de vacaciones  por "falta de presupuesto".
Las encuestas dicen que al 33 por ciento de los porteños no les importa que desde hace años casi no se nombran ni enfermeras ni médicos en los hospitales públicos.
Las encuestas dicen que al 33 por ciento de los porteños no les importa que solo se hayan terminado dos escuelas primarias públicas en los últimos siete años.
Las encuestas dicen que al 33 por ciento de los porteños no les importa que la metropolitana le pegue a los enfermos mentales, que el espacio verde sea reemplazado por cemento y que a los que duermen en la calle le tiren sus pocas cosas en un camión de basura.
Lo que las encuestan no dicen es que la mayoría de ese 33 por ciento tiene pre-paga, usa el colegio privado, se recrea en clubes o countries, se asusta cuando ve a un morocho mal vestido y está deseando que aumente el subte para no viajar tan apretados.

En esta mano las treinta y tres de la falta no son mejores.