Pintando las trincheras.

"Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra". José Martí

martes, 1 de enero de 2013

Entre las siete y la una


El primer día de enero es el único día del año en que se puede escuchar el silencio en la Ciudad de Buenos Aires. (Antes también se podía el veinticinco de diciembre pero ya no).
Este hecho se produce entre las siete y las trece. Con epicentro en  las diez de la mañana.
Es silencio de verdad y no solo falta de ruido.
Tiene la densidad, la espesura y los sonidos que tiene que tener el silencio.
Entre los primeros sonidos del silencio está el canto de los pájaros.  Y escucharlos en la ciudad da un goce extra. Y en una mañana como la de hoy, el  roce de las hojas  contra el suave movimiento del viento.
Hoy la Ciudad de Buenos Aires nos ha regalado uno de los mejores primeros de enero de su historia. Mañana soleada, fresca y adorablemente silenciosa.
El fenómeno no solo se produce porque la mitad de los habitantes de la ciudad están fuera de ella.
Ni tampoco porque el ochenta  por ciento  restante está durmiendo.
Sino porque los  que estamos despiertos somos atrapados, desde el momento que abrimos los ojos, por la envolvente seducción del silencio. Te invita  a la máxima economía del movimiento. El imprescindible para preparar un mate, arrimar una silla al balcón y desde allí, escucharlo.
A veces lo más difícil es escuchar en silencio al silencio.
Porque puede haber silencio afuera pero si vos no llevás puesto el tuyo, te lo perdés.
Y no está bueno perderse el silencio de la ciudad de Buenos Aires el primero de enero, en algún momento, entre las siete y pasado el medio día.
Porque disfrutar el silencio frente al mar, la montaña o el campo se puede hacer cualquier día del año.
¿Pero en la Ciudad de Buenos Aires? ¿La más grande productora de ruido  del país? Solamente el primero de enero entre las siete de la mañana y la una de la tarde.
Son las doce, me queda una hora de disfrute del silencio que me ofrece la ciudad. Callo esta voz interior y el agradable golpeteo en las teclas de la computadora. Y me pongo en silencio para escuchar más silencio. Buena Vida. 

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