Pintando las trincheras.

"Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra". José Martí

sábado, 18 de mayo de 2013

El día en que Dios conoció el miedo



 Cuando era chico, en catequesis, me hablaban sobre el Juicio Final. El día en que todos deberíamos comparecer ante el Tribunal de Dios para dar cuentas de nuestros actos y escuchar el veredicto: Paraíso o Infierno. Y yo me asustaba.
Ahora me asustan otras cosas pero por un momento quise volver a creer en ese Juicio Celestial para imaginarme como hubiera sido el momento en que Videla se encontró con Dios. Y esto fue lo que resultó.

Y se encontraron. Cara a cara. El Viejo Barbado y el Flaco Cadavérico. Los dos bien erguidos. Mirándose.
El Flaco Cadavérico no bajó la vista.
El Viejo Barbado se le metió por los ojos, y no encontró nada. Solo quería que el trámite fuera lo más corto posible.

-        -   Te condeno al Infierno por toda la Eternidad- dijo Dios.
-         -  No acepto la competencia de este Tribunal- dijo Videla-. Solo Dios me puede juzgar.
-          -  Yo soy Dios- dijo Dios.
-           -  No – dijo Videla-. Dios soy yo.

Y solo el silencio siguió al silencio después de tanto silencio.  
El Viejo Barbado tenía frío, y supo que ese frío lo traía encima el Flaco Cadavérico.  Y era un frío sin viento, un frío sin hielo, un frío sin nieve, un frío sin invierno. Era un frío…sin nada.
Miró hacia el Infierno de Dante y recorrió con la vista los nueve círculos. ¿En cuál alojaría al Flaco Cadavérico? Desandó con la mirada los nueve círculos y sacudiendo la cabeza sentenció:
-       No puedo mandarte al primer círculo porque allí van los no bautizados. Y tú has sido ritualmente introducido a la Iglesia Católica, una de las tantas creencias que me son devotas.
-       No puedo mandarte ni al segundo, ni al tercero, ni al cuarto ni al quinto círculos  porque allí van los lujuriosos, los golosos, los avaros o despilfarradores, los perezosos y los iracundos. Y tú jamás te has entregado a ninguno de estos  pecados capitales. Nunca te has dejado arrebatar por las pasiones. Nunca se te ha visto fuera de ti.
-       No puedo mandarte al sexto círculo  porque allí están los herejes y tú siempre  has manifestado la más alta adhesión a tu fe católica.
-       Ni siquiera puede ubicarte en el séptimo círculo donde van los violentos porque los delitos por los cuales te han condenado los hombres muestran que nunca has matado, violado, robado, secuestrado o desaparecido por tu mano. No apretaste ningún gatillo. Tus oídos no escucharon el grito desgarrador de los torturados. Tu impecable uniforme nunca se manchó con la sangre de los fusilados.
-       Tampoco puedo ubicarte en el octavo círculo donde van los corruptos porque tu vida fue austera. No  guardaste para ti nada  de tus víctimas.
-       Y quedas afuera  también del último círculo, el noveno, el de los traidores, porque fuiste obstinadamente consecuente con tus ideas.

El Viejo Barbado se sintió cansado.  El frío era cada vez más intenso. Miró al Flaco Cadavérico y no vio un movimiento, un gesto, solo se movían imperceptiblemente esos ojos desafiantes
Decidió terminar ya mismo con este asunto. Cosas más importante esperaban su atención. Tomó coraje, aclaró su voz y tronó:
-       No puedo mandarte a ninguno de los círculos, ni aún a los más profundos porque no perteneces a ninguno. Por eso, por toda la Autoridad que me he conferido desde el Principio de los Tiempos, te condeno….. a seguir muerto
-       Mira el infierno de Dante. Todas esas almas que sufren los más grandes padecimientos y terribles castigos tienen una sola esperanza, que el día del Juicio Final, cuando justos e injustos resuciten entre los muertos, tengan una posibilidad entre un millón de que los alcance mi Infinita Misericordia.
-       Tú no podrás tener esa oportunidad. Estabas muerto cuando te sorprendió la Muerte y seguirás muerto por los Tiempos de los Tiempos.

Dios, el Viejo Barbado,  sintió que  una corriente cálida lo envolvía. Levantó la vista y ya no vio al Flaco Esquelético. Respiró aliviado. Grabó en su Mente la fecha: 17 de mayo de 2013. Nunca olvidaría ese día en que,  El, Dios, conoció el miedo.

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