Pintando las trincheras.

"Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra". José Martí

martes, 11 de junio de 2013

Memorias de un maestro que se fue (2)

Hace cien días me jubilé.
En este tiempo he pensado varias veces en cerrar este blog.
Porque ya no estoy en la trinchera. Y siempre critiqué a los que hablan del mundo de la escuela desde afuera. No se puede teorizar cuando no se está con el traje de amianto (guardapolvo blanco) combatiendo en la vanguardia. Con más razón  cuando en los últimos años en la Ciudad de Buenos Aires no hay que lidiar solamente con lo que sucede cada día en las aulas, en los pasillos y en el patio de la escuela, sino con un Gobierno porteño que ataca a cara descubierta a la educación pública.
Pero bueno, ya decidiré que hago con este blog. Por ahora sigo con algunas memorias de un maestro que se fue:
Desde el primer día que fui maestro supe que iba a transcurrir toda mi vida laboral en las escuelas. Pero no podía racionalizar por qué.  Era mi lugar en el mundo laboral.
¿Por qué? No lo sabía. Lo sentía. Lo vivía. Lo disfrutaba. Lo sufría.
Ahora sé por qué. Justo cuando no estoy en el día a día caigo en la cuenta. Porque quería ser un expendedor de combustible. Sí, aunque suene raro. La escuela fue para mí una estación de servicio y yo despaché una especie de nafta especial  a través de cuarenta años. Lo supe el otro día cuando leí a Fabián Casas. Este autor escribió:
“La infancia es esa época de la vida en la que una persona carga el combustible que va a tener que usar hasta que se muera”.
Por eso a la escuela hay que cuidarla tanto. El combustible que ofrece a sus alumnos  es indispensable pero también inflamable. Y si se la sigue bombardeando puede volar por los aires. Y los trajes de amianto que llevan las maestras y los maestros no son a prueba de maltrato.
Hace cien días me jubilé de expendedor de combustible.  Ahora estoy construyendo un nuevo surtidor conocido por mí: lleno de títeres, cuentos, teatro y poesía. Para seguir ayudando a que los chicos  continúen almacenando  la energía que van a necesitar durante el resto de su vida. Y para que yo lo siga disfrutando.


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