Fue la historieta compañera de mis viajes en micro, cuando iba de vacaciones a mi querida Arrecifes. Y también cuando volvía. A veces era mensual. Y en algún momento semanal. Era maravillo ir al kiosco y ver que estaba ahí, prendida de un broche en el escaparate.
Ese indio noble y millonario, dueño de media Patagonia y que luchaba siempre por la justicia, defendiendo a los más humildes. Indestructible e ingenuo. Creía en la palabra y a pesar de su fortuna siempre andaba en ojotas, vincha, poncho y boleadora. Su austeridad y generosidad hacían sufrir terriblemente al derrochón de Isidorito.
Siempre creí que era un personaje de ficción. Pero no. Patoruzú existió. Fue originario. Y del sur del país. Fue cacique y millonario.Y fue una mierda de persona. Traidor a su raza, se ofreció a Roca,junto a otro nativo, para servir de guía hacia los lugares donde sus hermanos de sangre se ocultaban. Y así los soldados los encontraban y los masacraban.
Roca, en agradecimiento por los servicios prestados, le regaló una gran extensión de tierra. A él y al otro nativo. Pero fue su compañero quien encontró en sus tierras oro y Patoruzú, fiel a sus principios, lo asesinó y se quedó con todo.
Así se hizo de una fortuna enorme, compró más tierras y fue un estanciero con numerosa prole. Eso sí, nunca renunció a su condición de indio. Nunca visitó la ciudad porque sentía un gran desprecio por el hombre blanco. Se paseaba orgulloso con su poncho y sus ojotas recorriendo sus extensos campos llenos de cosechadores y jornaleros explotados. Y murió de viejo en la comodidad de su estancia.
Juan Gelman contó esta historia y es el culpable que se cayera el último mito de mi infancia. Primero fueron muchos próceres que exaltaban en mi escuela, después muchos santos que endiosaban en mi parroquia. Y ahora nada más ni nada menos que ......el Cacique Patorurú.
jaja que mentira
ResponderEliminarLo contó Juan Gelman, yo le creo
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