Pintando las trincheras.

"Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra". José Martí

sábado, 8 de octubre de 2011

Memorias de un maestro que se va

Cuando le dije a los catorce años a mi vieja que quería ser maestro se quedó mirándome un rato.
Yo veía como preparaba sus clases y corregía cuadernos hasta tarde. Su trabajo la hacía parcialmente feliz.
Y yo quería ser maestro.
Me dijo:Mañana me acompañas a la nocturna.
Pensé que no quería que faltase a la secundaria. Ella trabajaba en diurna y nocturna.
Después entendí que no era por la falta.
LLegamos en tren a José León Suárez. Las seis y media y ya era de noche. Los muchachos, grandotes algunos, iban entrando en el aula y ella abrió un cajón del escritorio. Algunos dejaron ahí sevillanas, un par de cuchillos y no se si fue mi imaginaciòn, pero me pareció ver un revolver.( Estoy hablando de un suceso de hace 45 años)
La clase se desarrollaba con normalidad. Mi primer asombro fue ver a varios de esos varones morochos, morrudos inclinados sobre sus cuadernos. La clase era un silencio que solo se cortaba con la voz de mi vieja explicando y escribiendo en el pizarrón. De pronto vinieron a avisar que estaba la inspectora y rápidamente me hicieron pasar a un aula vacía porque la fulana era brava y le hubiese hecho un planteo a mi vieja por mi presencia. Desde esa aula espié por la puerta entreabierta. Sin sonreir la inspectora saludó secamente a mi vieja y se sentò. A los cinco minutos, en medio de la explicaciòn de un problema de matemática se paró y dijo: Permitame señorita que le mostraré como se enseña este tema. Y entonces vi, desde mi escondite, como un enorme hombrón que estaba sentado en el fondo de la clase se paró (casi tocaba el techo con la cabeza o tambièn fui mi imaginación) y dijo con una voz gruesa y pausada : Perdone señora, pero a mí me enseñaron que es de mala educación interrumpir a una maestra. Dijo solo eso. El silencio duró el tiempo que la inspectora tardó en volver a sentarse y mi mamá en retomar la explicación. Creo que después la inspectora dejó un buen informe. Yo solo se que estuve muy atento cuando los muchachos retiraban sus "objet0s" del cajón del escritorio en el momento de la salida. Y no, nadie se llevó un revolver. Había sido mi imaginación.
Cuando llegamos a casa mamá me preguntó si de verdad quería ser maestro. Y le dije que sí.

2 comentarios:

  1. Me arrancó una lágrima...
    Cuánto nos enseñó con sus cuentos y cuánto nos va a enseñar con su historia de maestro "contada" así, en pequeñas dosis...
    Gracias!!!
    Nora

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  2. a mi se me escapó una lágrima también. no puedo decir que me la arrancó, creo que me la pidió y yo la dejé ir, seguro que no me hacía falta. te quiero mucho peter.

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